Los rayos solares desempeñan importantes funciones para la salud, activan la vitamina D en la piel, y promueven la liberación de neurotransmisores que nos mantienen en buen estado de ánimo.

Pero también tienen efectos negativos, al tomarlo en exceso y/o sin precauciones: hiperpigmentación, fotoenvejecimiento, quemaduras, alteración del sistema inmunológico de la piel…

La protección solar es imprescindible, debemos repetir la aplicación cada dos horas, aplicar abundante producto y no olvidar ninguna zona del cuerpo. Los filtros solares deben de usarse sobre la piel limpia y seca unos 30 minutos antes de tomar el sol conviene que la aplicación sea uniforme, sin olvidar las zonas como las orejas o los labios.  Finalmente dado que en productos testados como “resistentes al agua” se pierde efectividad durante el baño así como en condiciones de sudoración excesiva o de roce de la toallas es imprescindible volver a aplicar cada dos horas si queremos conservar el efecto barrera indicado.

Utilizar sombrero, gafas de sol y pantalla total máxima en la cara, cuello, escote y manos. Otra forma de garantizar una buena protección es tomar pastillas que preparan la piel para el sol, deben contener vitaminas C, D y E entre sus ingredientes principales.

Es importante revisar la composición de nuestros cosméticos y descartar los que contengan un alto contenido en ácidos o retinol durante los meses de verano si no vamos a protegernos del sol, tampoco se pueden realizar en esta época tratamientos exfoliantes con ácidos, peelings químicos profundos, láseres ablativos ni fraccionales. Para evitar manchas en la piel no debemos usar perfumes para ir a la playa.

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